6 de enero de 2012
Las intervenciones de
Cynthia Garcia, hoy, en 678, acerca de Plataforma 2012, me dejaron pensando.
Para ella, el eje del abordaje que requiere el asunto, tiene que ver con la
necesidad de que éste o cualquier otro grupo intelectual o colectivo social,
pueda ejercer su derecho a tomar distancia crítica del poder ejercido por el
gobierno elegido por el pueblo, pero que también –por una cuestión mínima de
honestidad intelectual- ,exhiban el modelo desde el cual necesariamente surge esa mirada crítica. La hipótesis de Cinthia es que,
es imposible que los cuestionamientos y las críticas no estén inscriptos en
algún modelo alternativo de las políticas de estado que requiere nuestra nación
y la región, con sus correspondientes actos de gobierno tendientes a
implementarlas.
Por obvio que resulte este elemental razonamiento,
vemos que la segunda instancia de esta conducta sociopolítica (denunciar el
modelo alternativo) no se verifica. Y entonces Cynthia se hace una pregunta muy
pertinente: ¿Acaso estas personas, de reconocida inteligencia, -de quienes
resulta impensable que pretendan fundar sus reclamos en valores absolutos,
abstractos sin la masa crítica de la realidad que le dé sentido-; acaso estas
personas actúan de mala fe? Y la pertinencia de tal interrogante, se convierte
en asunto crucial. Por que si efectivamente se trata de mala fe, entonces habrá
que preguntarse también si no es tiempo de que, tal como ya lo anticipó alguna
vez Horacio Gonzalez, las personas cuya tarea en la sociedad es pensarla para
mejorarla, construyan una eficiente capacidad de respuesta. En tal sentido, es
imperioso que Carta Abierta y toda otra organización con posibilidades
operativas, llamen expresamente a sus pares, a cerrar filas para defender esta
experiencia de gestión, por que más importante que decidir si nos gusta o no la
Ley Antiterrorista, es fortalecer al gobierno. Por errores que cometa, -y sin
perjuicio de encontrar el modo de marcarlos, respetuosos del derecho que tienen
de decidir cómo hacer las cosas-, no caben dudas de que están esperando
ansiosos la participación y aporte de todos. Esto se devela entonces como la
experiencia democrática más formidable que se haya dado jamás, y nos obliga a
reconocer humildemente que nadie lo hubiera hecho mejor. Estoy absolutamente
convencido de que, retacearle a estas notables personas, que pueden dejar el
camino allanado para construir de verdad una sociedad más justa y solidaria, el
apoyo explícito, es –en el contexto de lo que ya vivimos antes y de lo que pasa
en la región-, simplemente criminal.
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