22 de febrero de 2015
Busco con el
Word, la definición de “oposición” y encuentro: “Sustantivo femenino) Partido
político opuesto al gobierno de un estado. Antónimos: la minoría. Antónimos: la
mayoría, el gobierno, el partido oficialista. Relacionados: Ejemplos: La
oposición volvió a acusar al gobierno de corrupción.” Lo ingenuo de la
proposición, me lleva buscar en la RAE, y no hay mucho más. Busco entonces
sinónimos de “oposición”, y encuentro: “obstáculo, impedimento, traba, barrera,
estorbo, dificultad, obstrucción”.
Me pregunto entonces si es posible, que hombres y
mujeres (políticos) preocupados por la cosa pública (para optimizar lo social
–trabajo, salud, educación- lo económico, jurídico, administrativo e
institucional) conforme surge del discurso de cualquiera de ellos, lleguen a la
conclusión que su rol si les toca ser opositores, se reduce a las acciones
definidas en los sinónimos antes mencionados.
Me pregunto también, si, aunque las definiciones no
lo mencionen, los obstáculos puestos por los opositores, no debieran tener el
espíritu que tiene por ejemplo el obstáculo epistemológico a la formulación del
conocimiento científico, con el propósito de probar su integridad y solidez, y
no para destruirlo.
Y se me ocurre que los vicios en la práctica
política opositora son tan importantes y perniciosos, que en alguna instancia
de la estructura legal de una sociedad –preferentemente en la carta magna-,
debiera definirse con mayor precisión lo que entendemos por oposición política,
incorporándose naturalmente en el código penal las figuras que contemplen
hechos reprochables en esa práctica, con penas que por lo enorme de la ofensa,
resulten verdaderamente ejemplificadoras.
Para la próxima gestión kirchnerista que habremos
de tener a partir de diciembre, conforme lo preveo en los huevos que están
poniendo sus mejores cuadros y la militancia en general, deberá pensarse muy
seriamente en una reforma constitucional, para lo cual ya debiera haber un
grupo de especialistas trabajando desde ya.
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