Y sentí
que era agua
que atravesaba agua que era ella,
de tal modo que por un momento
fuimos uno.

Pero uno ampliado, agua más pura,
suave líquido primordial.
Entonces nuestra risa
fue tan ruda como el silencio del agua calma,
y también
 así de plena,
felicidad de tantos colores probables,
que elegimos ninguno.

Ocurrió
tan delicado amor,
cuando la sal de las lágrimas
mordió,
los labios cargados del peso de tanta pena.

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