A eso parecido al alma
que yo tengo,
le están creciendo paredes.
Ya no veo a través de aquello como alma,
mi jardín,
y el territorio contiguo y el océano con su abismo,
o esa imagen abisal,
ese presentimiento que anida en el pecho.
Por el cielo de ese asunto tipo alma,
me están faltando el calor y el frio y el agua.
Sólo paredes
y por ellas,
personas en pantalones y túnicas y desnudas
sueltan siluetas que corren,
con las manos embarradas de llanto,
los rostros hundidos en el barro de las manos.
Corren como silencios insostenibles;
tanto,
que el pecho se ahoga
y expulsa un dolor que congestiona la nariz.
Esa cosa que fuera el alma
Está ahora entrampada en una red,
donde las gentes votan a lo peor de la condición humana
para que los gobierne,
que enjaulan niños
con padres que, desposeídos de sus ríos,
intentan pescar en ríos privados.
Me duele el alma
que deja su piel,
y ahora se parece
mucho
a una serpiente enfurecida.